martes, 25 de enero de 2011

La Sole se fue de lo linda que era.

Después de muerto, nena, vos me vendrás a visitar

"Tengo un sabor amargo que no se quita con nada. Se me vienen olores. Imágenes. Recuerdos de las veces que sonreí de pura felicidad. Pero se me inundan y oscurecen por tantas lágrimas derramadas.
No es una despedida. Vuelvo. Siempre volveré.
Volveré cuando me lean en algún lado. Volveré cuando me vean haciendo algo que hice en la plaza, en la calles, en mi casa, en la tuya. Volveré para besar las frentes cuando se recuesten a dormir y se sumerjan en un sueño tan profundo que no sentirán mi presencia. Pero estaré ahí.
No los dejo solos. No sientan eso. Me voy lejos. ¿Se acuerdan cuando les decía que no aguantaba estar siempre rodeada de las mismas cuatro paredes y que quería irme lejos a empezar una nueva vida? Bueno, ahora me alejé, empiezo un nuevo camino. Me despedí a mi manera, mirándolos, sonriendo, queriendo ser fuerte y darles fuerza, para que hoy no estés mal. No lloren. Porque partí en paz. Con una tranquilidad inmensa. Con el recuerdo de todas las cosas hermosas que viví con ustedes. Cada cual sabe qué hemos hecho. Pero la tristeza era más intensa, el dolor de no pertenecer realmente a ningún lugar, a ningún grupo. No tener una pasión, un objetivo. No ser lo que soñé. Ser lo que odié siempre.
No hay culpas. No quiero que las haya. Nadie es culpable de lo que hice más que yo misma. Es una decisión más en mi vida. Sin influencia de ninguna persona, de nada.
Me pregunto todo el tiempo qué harán después de que no esté. Me gustaría acompañarlos durante toda la eternidad... No me quiero ir, pero es necesario para cesar muchas cosas generadas en mí. Cosas que no quiero volver a sentir.
La vida debe ser tranquila, debe ser hermosa, si uno está en paz.
Hagan en paz todo lo que siempre quieran hacer. Y no olviden que los quise."





Soñar con la muerte no es más que un intento de sentirse vivo.

lunes, 24 de enero de 2011

Palabras para Juan

La vida, Juan, se resume así. En pocas palabras.
Qué más quisiera yo que poder decirte las indicadas para que cese todo dolor, toda lágrima.
No soy la indicada, pero allá vamos.
Me lo has contado y, yo, me quedé perpleja. Sin más nada que decir. Me he vuelto inútil. Me he vuelto en un objeto sin valor. Sin palabras no hay valor. Y me han dicho
[...]"More than words
is all you have to do to make it real,
then you wouldn't have to say"[...]

Pero ¿qué canción de amor es ésta? Y sin embargo, lo es.
Hay cosas en la vida, Juan, que no se entienden. Que no entendemos. Ni siquiera sabemos si alguna vez podremos descifrar el enigma. Pero, lee bien, pocas cosas claras hay en este camino. Y una de ellas, es que vinimos a probarlo todo. Ya sabes la manera en que vivo yo. Así pruebo mi vida. Pero no hay nada que temer. No hay fin aquí. No hay fin ahora.
¿Qué hago yo tan lejos para me creas? ¿Si vieras mis ojos me creerías? ¿Si sonriera mientras te hablo? ¿Si te abrazara? ¿Qué crees que calmaría esto? Dime, y lo hago.
Pero las palabras, déjalas. Porque no se me da muy bien.
Has visto.

jueves, 20 de enero de 2011

Mi muñeca

Esa mañana, me despertaron muy temprano. Aún no entendía demasiado por qué teníamos que despedir al abuelo en la estación.
Me puse el vestido rojo, tomé mi muñeca favorita y salí de la mano de mi madre. Recorrimos las siete cuadras que nos separaban de la estación. Esperamos sentadas en un banco, la próxima salida del tren hacia algún lugar del interior del país.
Mientras le hablaba a mi muñeca y acomodaba mi vestido, mi madre se levantó estrepitosamente, me tomó de la mano nuevamente y caminamos cerca de las vías para distinguir al abuelo cuando subiera a la locomotora.
El ruido de las inmensas máquinas bloqueaban mi voz de la infancia que canturreaba alguna melodía que, en tiempos pasados, el abuelo había cantado para mí.
El frío de aquella mañana mezclado con el sol tibio de la reciente primavera, hacía, que de vez en cuando, mi piel se erizara.
Eran casi las siete. Mamá tenía en su rostro una amargura irreal, como si un buen artesano la hubiese tallado y quedara así, una obra de arte oscura, pero profundamente atractiva.
De pronto, un ruido ensordecedor me tomó por sorpresa. De la locomotora negra, descendió el abuelo, y con la gran sonrisa que lo caracterizaba, se acercó a nosotras, abrazó a mamá, me besó y con un suave adiós volvió a su gabinete. Una vez allí, y avanzando poco a poco, su mano sobresalía por la ventana indicando que ya se iba. Corrí hasta ese lugar, le grité y cuando me miró, arrojé mi muñeca, obsequiándosela por siempre. El abuelo la tomó, la aferró contra su pecho y me saludó.
En poco menos que un instante, el tren se desdibujaba en el horizonte. Mamá sollozando en un banco, me tomó del brazo, me apretó fuerte contra su pecho y retomamos el camino de vuelta.
Quince años después, logré entender por qué fue la despedida, por qué no volví a ver más a mi abuelo. Y por qué esa desesperada acción de regalarle mi muñeca favorita.
Mi madre prefiere no recordar. Mi noción de aquél momento es nebulosa. Sólo recuerdo los ruidos, el saludo, el vestido rojo, y mi muñeca volando hacia la mano del abuelo.
Cuando necesito descansar de la vida, mis vacaciones más lindas, son las que paso sentada – horas y horas – en la vieja estación de tren, sentada en el mismo banco donde mi madre me abrazó.
Allí, cada mañana de primavera, respiro con cada sentido todas las imágenes que me deja la memoria. Allí, en cada rincón, veo al abuelo, saludándome con esa sonrisa que lo caracterizaba, y mi muñeca en sus brazos.

- indescriptible -

Un amanecer gris. Que cuesta. Una mirada fugaz al mundo, y de nuevo, al vicio de los ojos cerrados. De la imaginación volando.
Un tren. Pies caminando. Tus pies. Y los míos también. Manos ruborizadas. Ojos sorprendidos. Una tímida voz al final.
Panorámica del lugar. Muchas personas. Que nos miran. Que pasan a nuestro lado. Sonidos que entorpecen mis palabras. Piedras en el camino. Agujas en la piel. Silencio de palabras. Incomodidad. Empiezo a temer que, siendo la primera, sea la última vez que te vea. Miedo. Te veo de reojo. Stop! Una esquina concurrida. Autos. Ruidos. Me mirás. Miro el piso. El cielo. Un cartel. Rojo. Cruzamos. Una charla extraña se retoma.
De pronto. Un parque. El sol brilla más. Sugerencia de tu parte. Sentados bajo un árbol. Prendo un cigarrillo. Mirás para otro lado. Sonreís. Comentarios.
La tarde se resume a minutos. A segundos. No puedo creer realmente que el tiempo haya corrido una maratón precisamente ese día.
Mismo escenario del comienzo. Atardecer gris. Mirada fugaz alrededor. Ojos cerrados. Rogando que no te vayas. No quiero que te vayas. Por favor. Fuerza. Lágrimas secas.
Te veo, ahí arriba. Más distante que nunca. Más lejos que antes. Sonreís amargamente. Levantás tu mano. Movés los dedos. Te vas.
Te sigo hasta que no te veo más.
Y dentro de mí, surgen miles de dudas. ¿Sos real?

En Venta

¡Bienvenidos, pasen y vean! Sepan apreciar esa silueta. ¡Qué maravilla! ¿A que nunca había visto algo así? Un gran conjunto de sentimientos variados en una sola persona. ¡Si! Amor y odio, sensibilidad y fortaleza, creatividad, soledad, amargura. Y muchas más. Con un amplio sentido del humor y grandes posibilidades de entrar en la terna “el mejor suicidio”. Sin perforaciones, ni malas intenciones. Una mancha negra en su hombro que llama la atención a todo tipo de público. ¡No se lo pueden perder! Miren esos ojos. Verdes, llenos de ilusión y esperanza. Como muñeca de porcelana, tiene la piel más blanca y pura que usted jamás vió. Si aún no le convencemos, queremos que sepa que este nuevo producto tiene el don de escuchar y de querer amar. ¿No es increíble? En estos tiempos, no se consiguen personas que tengan estas características especiales, tales como el amor que desea brindar y que le sea correspondido. Una buena confidente para la dama, una buena amante para el caballero, dulce para los más pequeños y una buena amiga de cualquier adolescente. Usted no debe esperar más, usted tiene que comprarla. Pero si no está convencido, podemos darle muchos motivos más: posee grandes capacidades para las tareas del hogar, buen gusto en cine y música, pasión por la lectura y escritura, es buena compañera para los deportes, y siempre quiere saber más y poner en práctica todos sus conocimientos. Pero eso no es todo… Ahora, más serios, podemos decirle a usted, sí, a usted, que comprando ya mismo este magnífico producto, podrá también ser dueño de un paquete sumamente especial: todo tipo de inseguridades, y miedos, para complementar con la personalidad de su nuevo electrodoméstico no eléctrico. Y más real que cualquier robot que venden hoy en día. No puede perderse esta maravillosa oferta. A sólo xx,xx$ usted podrá ser propietario del ser más extraño que queda sobre el planeta tierra. ¡No deje de llamarnos!

Cuenta regresiva

Despedida sin besos, sin sonrisas. Un adiós con un nudo en la garganta, y tantos motivos por llorar. Una dulce amargura que sella estómagos, y baja las miradas. Una huella, una herida imposible de cicatrizar. Un recuerdo más en la historia.
Incomodidad, silencio, silencio, silencio. Temas inevitables, charlas profundas, alguna lágrima, y a llorar. Sólo por dentro. No hay que demostrarlo. La cercanía de los cuerpos, erizaba la piel, las coincidencias alegraban almas.
Sonrisas sin sentido, nerviosas, y llenas de esperanzas. Agujeros e insectos invadiendo el interior del cuerpo, esperando que alguna maravilla llegue; o, al contrario, pase algo que los aniquile.
Inquietos pensamientos, una espera que no llega. El lugar indicado, a la hora precisa, espera la señal para arrancar casi disparando todos los sentidos para envolver al otro cuerpo y dejarlo atado al propio.
Abriendo los ojos, caer en cuenta que el día llegó, estar perdido por no saber que nos deparará la vida esta vez. Si las cosas saldrán bien, como uno desea.

Four Weddings and a Funeral

- I've got a new theory about marriage. Two people are in love, they live together, and then, suddenly one day run out of conversation. Totally. They can't think of a single thing to say to each other. That's it. Panic. Then suddenly it occurs to the chap that there is a way of the deadlock. He'll ask her to marry him. They've got something to talk about for the rest of their lives.
- You're saying marriage is a way to get out of a pause in a conversation.
- The definitive icebreaker.
- Well... there is another argument that it has something to do with true love.
- Now there's a thought...

Four Weddings and a Funeral.

Entretanto

Ese día, ella notó mi presencia. Se había levantado triste, pensativa. Un profundo silencio la invadía. No había más incógnitas. Todo era una gran certeza. Mientras pitaba un cigarrillo se dio cuenta que no estaba sola, que nunca lo estuvo. Que yo rodeé toda su vida. Yo la conectaba con el mundo y, también, la conocía más que nadie y escuchaba hasta su pensamiento más oscuro, el más profundo. Me habló desde su inconsciente.
“Sos el conector de todo. Sos el polvo. El humo. El viento. Atrvesás todos los lugares. Todas las historias. Me conectás a mí con todos; a todos conmigo. Todas esas personas que sufren como yo; me enlazás con gente feliz. Todos los humanos del mundo nos reducimos a uno”.
Me acerqué lo suficiente como para susurrarle al oído. “Yo te uno con quienes compartís este presente. Esta realidad”. Entonces, ella abrió los ojos. Frente suyo, estaba la inmensidad de la ciudad anochecida. El abismo de la oscuridad, las decenas de metros que la separaban a ella, desde la protección de su ventana, del piso. Mostrame todo, me dijo. Asomó su cuerpo y la tomé entre mis brazos suaves, aprovechando la brisa nocturna de octubre.
Le mostré que mientras ella descubría un posible sentido de la vida, Matías, allá lejos, rasgaba su guitarra haciendo sonar una melodía triste para ahogar sus penas de amor. Evelin, entre llantos y desesperación, le decía a su novio que estaba embarazada y se preguntaba, una y otra vez, qué harían. Un poco más cerca, Jorge tomaba su cámara y fotografiaba a Carmen desnuda sobre su cama, acababan de pelear. Y Bárbara miraba las vías del tren queriendo arrojarse pero sabiendo que nunca tendría el valor de hacerlo.
Ella miró el cielo y, luego, el vacío. Sintió que ya nada valía la pena. Había descubierto el por qué de las coincidencias, por qué a veces los humanos sienten que ya vivieron algo que les sucede ahora. Su mente no se detenía. Se preguntaba quién entendería esta verdad que había hallado. Lloraba porque la ignorarían, porque no tenía la capacidad para explicarlo.
Al mismo tiempo que su vida comenzaba a desvanecerse, Florencia entraba en la sala de partos con una gran pérdida. Kevin golpeaba la pared, con su puño ensangrentado, por haber desaprobado una materia y Rodrigo se hacía cada vez más adicto a la cocaína. Paz era violada en la calle y un centenar de personas moría ahogada en un boliche, mientras celebraban un nuevo show de su banda favorita.
Le dije, un poco enojado, si no era eso lo que quería ver y ella se cubrió los oídos intentando detener que mi voz entrara en su mente.
Araceli se quebraba una pierna tras caer por la escalera. Nadie se enteraría jamás que había sido su padrastro la que la había empujado al querer abusar de ella. Tampoco nadie sabría nunca que Dolores había muerto desangrada en una oscura y sucia habitación después de practicarse un aborto.
-          ¿No querías ver quién sufría como vos? ¿No querías darte cuenta que no estabas sola? – le grité perversamente, sabiendo cuál sería el resultado, pues mi mejor amigo es el destino.
Ella gemía entre sollozos intentando no ver esa realidad que le mostraba. No quería ver la pobreza extrema que viven algunas personas, ni lo aisladas y contaminadas que están otras. Ni guerras injustas, ni pibes muriendo luchando por sus ideales, ni gente enriqueciéndose por mentiras y tranzas, ni ver cómo el mundo se autodestruye. No quería ver nada del presente que la rodeaba porque nada podía hacer para cambiarlo.
Abrió los ojos por última vez. Se sintió devastada, arruinada, desolada. Su existencia se convirtió en pequeños pedazos de un espejo roto que nunca volverán a unirse. Un espejo que antes reflejaba la inocencia, el no tener muy claro por qué se está en el mundo. Y frente a la realidad, ella se sintió vacía. Sin más. Ese fue su presente.
Le dije que Esteban agonizaba en un hospital por ser mal herido por un guardia, que Marcos volvía a su ciudad por fracasar en ésta. Ella no soportaba más…
Mientras caía al vacío, le mostré una última imagen. La última conexión entre su historia y la de los demás. Le dije que mientras respiraba sus últimos alientos, Pilar terminaba de escribir su historia.

Amor intelectual

Nunca fue buena escribiendo. Recordaba las clases de literatura de la escuela y se sentía aburrida. Le gustaba leer, siempre y cuando, significara pasar por páginas webs de humor o leer notas de sus amigos en una red social.
Lara se enfrentaba a una materia de la facultad donde leer y escribir, sobretodo escribir, era completamente necesario. Al comienzo del cuatrimestre, no le daba demasiada importancia a lo que redactaba. Simplemente, colgaba de un hilo conductor las palabras que creía razonables para, al menos, cumplir con la consigna. Jamás se fijó en su ortografía, aunque era buena, ni en superarse. Cumplía, aprobaba y era eso le bastaba.
Ella estudiaba una carrera que no la complacía del todo, pero la hacía para tener un futuro un poco más asegurado. Su gran pasión era la pintura. Pasaba horas y horas, encerrada en su habitación pintando todo lo que veía. No le costaba en absoluto retratar su vida y su alrededor. Sus cuadros y dibujos eran tan perfectos como una fotografía.
El tiempo transcurría sin sacudidas anímicas, sin sobresaltos, ni sorpresas. Lara calificaba su tiempo como ‘aburrido, poco interesante’. Sin embargo, cuando no pintaba, pensaba. Estaba saturada de oportunidades para pensar. Lo hacía profundamente. Lo hacía todo el tiempo.
Siempre estuvo convencida de que un día su vida cambiaría por completo. Y comenzaría una etapa diferente en su historia. Se demostraba a sí misma que el destino era una nebulosa indescifrable y que nunca sabría ni cómo, ni cuándo, ni dónde, pero que un gran cambio se avecinaba en su apacible estadía.
Pues, sin darse cuenta, se obsesionó. Una mañana – de esas que ella bautizaba ‘aburrida’ – descubrió una manía. Al comienzo, la turbaba, le erizaba la piel. Su humor cambiaba de dulce y sereno a enojado, confundido e histriónico. No entendía por qué le causaba eso. Pero sí sabía qué era lo que esa mañana la dejó atónita.
Damián había entrado al aula mientras todos escribían. El silencio del lugar hizo que Lara notara aún más su llegada. Pidió disculpas en general y acomodó sus cosas en la silla contigua de la del profesor. Él era ayudante alumno y, durante las primeras clases, había pasado completamente desapercibido. Sin embargo, se notaba en su tono de voz y sus movimientos cierta tendencia nerviosa. Dentro suyo, deseaba irse lo más pronto posible cada vez que comenzaba la clase.
Lara mantuvo la mirada sobre él varios minutos. Incontables. Hasta que Damián lo advirtió y, como un acto reflejo, giró por un segundo sus ojos a un lado y sonrió de costado. Ella bajó la cabeza. Sus ojos ardían. Su respiración se agitó al igual que su corazón. Al terminar de escribir su pequeño texto, lo leyó una última vez y le daba algo de disgusto. No le gustaba. Le daba vergüenza que él lo leyera. Era, para ella, muy malo.
Al entregarlo, miró el piso, saludó y salió como siempre mirando hacia abajo, buscando los cigarrillos en su bolsillo.